El autor Erwin Pelaez Castellanos, vuelve de nuevo con otro material novelístico fantástico, en un mundo real de las posibilidades, es la historia de un personaje peculiar que es encarcelado y condenado a muerte, por la supuesta deserción en el pleno apogeo de una guerra, pero lo atípico y polémico es que es un personaje singular recopilador de monedas específicas tiradas en el suelo. Alicator no está consciente de su propia realidad solo de la imaginación y del acopio de los conocimientos adquiridos por su tía institutriz, el ensueño lujurioso da las pinceladas adecuadas a esta obra, las mujeres que rodean al personaje son adeptas a sus atributos sensuales. En sí toda una trama que más pareciera una escena del circo de la realidad, sacando a luz las virtudes así como las bajas pasiones de los seres humanos, el lector se ve atrapado desde un principio cuando inicia con sus vivencia poéticas de su encarcelamiento, y el discernimiento sobre la vida que sabe que pronto se cobrarán las leyes injustas; el arte es típico en la novela junto a los recursos retóricos, y las sapiencias de las creaciones humanas, llevando al lector a filosofar junto a los personajes, como son especialmente las mujeres del joven mocetón envidiado por su propio padre un inescrupuloso médico de mujeres, ellas son Letizián, Agustina y su principal amor Dolly la cual tiene unos atributos que son el capricho de la naturaleza retorcida, pero de igual forma se han identificado como almas gemelas y dispares a una sociedad estética y con gustos refinados. La narrativa discurre de forma amena, llevando el sarcasmo de las vicisitudes de los personajes aparentemente antisociales, la cúspide de la historia nos da un flash back al momento de su ejecución, teniendo un inesperado y fantástico final que supera el morbo del sensacionalismo literario.