No era una mañana como cualquier otra. Pero hacía mucho tiempo que las mañanas habían dejado de ser mañanas normales. Mañanas como las de su infancia, cuando se despertaba iluminado por la claridad de los rayos de luz que se filtraban entre las rendijas de su persiana. Se levantaba eufórico porque bañado en esos rayos se sentía en el centro del universo y transpiraba vida. Cada mañana era un estreno, cada despertar una nueva alegría, cada día era un día nuevo. Pero no era una de esas mañanas, sino la mañana que había comenzado hace poco menos de tres años. La misma mañana que había acabado con todas las mañanas, la mañana de un día que no parecía tener fin. Fénix recordaba el día exacto en que su emoción se había apagado. Lo recordaba como si hubiera sido el día anterior y para él lo era. Por más vueltas que diese el sol sobre su cabeza, aunque el tiempo seguía pasando, ya no le iluminaba su luz. José Pinal Lorenzo nació en Ourense el nueve de junio de 1979. Es trabajador social de profesión y estudiante de Lengua y Literatura Española. Entre sus obras se encuentran las novelas La Espera, La verdad de las cosas buenas y Luis Jardiel. En poesia ha publicado Poemas de dolor y vida, Sublimación de una quimera y Nada que no sea cierto.