El propio autor ha dicho que dentro de sus obras no tenía una favorita, hasta ahora... Este poemario, Lluvia, café y recuerdos, desborda la pasión que evoca el paso ligero de la bruma y de la lluvia. Ese calor cargado de eco, de lamento agazapado, del suave aroma de café y los recuerdos. Cada poema recoge la violencia purulenta del deseo de la libertad, del amor como imposibilidad, del olvido y la nostalgia como un dedo que, aprieta fuerte sobre la garganta asfixiando el vuelo del renacer. Leer a Fabian Recendez es darles voz a los deseos, a los pasos melancólicos de los que no se encuentran o que de tanto encontrarse se olvidan. Es lavar con el silencio a las ventanas que son testigo fiel de las palabras no dichas, de la pasión que encierra callar a gritos un "te quiero". Abrir los ojos inermes por la suavidad de los besos que ya no están, esos que ya no vuelven. Es reconocerse a uno mismo descarnado en la oscuridad. Mirarse sentado a un costado del vacío, del insomnio entre la nicotina y la bruma del amanecer. Vaya manera la de este extraordinario poeta, ese impecable modo de hacernos sentir las historias que pensamos habíamos olvidado, esos momentos de saudade en la que vienen a nosotros aquellos ojos tristes. Los distintos nombres y las anécdotas compartidas. "Y que sean tus cuchillo-labios los que a besos me deshuesen el alma y saquen el corazón de debajo de las piedras". (Fabian Recendez) Parte del prólogo de Alicia Cruz García.